Morin nos presenta en este capítulo una idea de ética algo útopica e idílica, contextualizándonos en la actualidad. La ética según Morin debe ser una inclusión de todos y cada uno de los individuos de la especie humana.
En dicha inclusión cada uno es igual a otro y todas las ideas deben ser escuchadas, tomadas en cuenta y evaluadas.
Si bien, quizás con algo de esfuerzo, esta ética puede ser lograda, se necesitan muchas mentes abiertas, personas sin miedo a expresar sus ideas e ideales, y caminos para hacer de esto un medio de comunicación entre todos y no un debate más sobre quién está bien y quién no.
Además, Morin incluye la antropo-ética, la cual parte de la humanización, acción base si nuestro objetivo es abrir mentes que acepten a sus semenjantes tal y cual son.
La humanización de los individuos es la base de esta ética propuesta.
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